martes, 13 de abril de 2010

Jueves Santo en Santa Clara, labor social de la Parroquia

La Catequesis de Confirmación parece que no descansa, pues incluso en la Semana Santa, prefiriendo hacer algo más importante que aplastarse ante el televisor a ver Ben Hur y la Reina de Saba, se manifiesta con un acto humilde y desinteresado de ayuda al prójimo. Lugar? Santa Clara, zona bastante desprovista de recursos y que en Semana Santa, dentro de todo el fervor y la necesidad recibió con gran alegría la "dadivosa" presencia de una comitiva representativa de la Parroquia Nuestra Señora de la Esperanza, en la cual también estuvo incluída la persencia de la Confirma.

Como muestra, manifiesto y gozo tenemos aquí el testimonio de una de nuestras queridas catequistas; es Silvana Luzuriaga que, desde lo más profundo de su ser y la experiencia vivida (y seguro que también desde su trabajo) nos comenta y comparte aquella agotadora pero gratificante jornada de Jueves Santo.

No hay mejor manera de vivir el amor fraterno que compartiendo con nuestros hermanos que menos tienen. Es por eso que el pasado jueves 16 de abril, dicho sea de paso Jueves Santo, un pequeño grupo conformado por 16 catequistas de Confirmación: Daniel Crisóstomo, Jimmy Aliano, José Peñafiel, Daniel Ortiz, Manuel Pastor, César Blancas, Patty Donaire, Percy Orderique, Ángel Pazos, Carla Luzuriaga, Tessy Cerrón, Maria Claudia Casas, Roderick Espinoza, Julia Pillaca, Jorge Soto y la que escribe, junto con Flavio y el Padre Carlos, nuestro asesor, visitamos la Asociación de Vivienda “Señor de Muruhuay” en Santa Clara llevando los útiles escolares que la comunidad salamanquina donó durante la Cuaresma.

Emprendimos el viaje a las 9 de la mañana en un microbús que nos llevó hasta la Carretera Central, lugar tomamos otro microbús que nos llevó a las faldas del cerro, dónde está ubicada la asociación de vivienda ya mencionada. A los pies de este cerro nos percatamos que, aproximadamente, nos quedaban todavía 200 escalones - ¡aunque en ese momento parecían 400! - para llegar a la cima del cerro, dónde se encontraban los niños que nos esperaban.

Una vez arriba, después de “romper el hielo” con unas dinámicas, se realizaron los juegos que se habían preparado para los niños. Todos ellos estuvieron muy entusiasmados y dispuestos a participar en todos.

La algarabía llegó a su punto más alto cuando los chicos recibieron los útiles escolares de manos de cada uno de nosotros. A cambio, recogimos muchas sonrisas y ésas han sido la mejor señal de agradecimiento que hemos podido recibir.


¡Definitivamente, esta no será la última visita!

Es así como evidenciamos ese carisma y ese sentir hacia los más necesitados, solo que, no hace falta que sea una fecha especial, sino en cualquier momento y con cualquier persona debe activarse nuestro "sentido de caridad", como una lucesita, como una llamita que nos enciende de amor.